Estoy plenamente convencido de que la mayoría de las personas tienen lo que se dice un buen corazón: anhelan hacer el bien y ser una ayuda para los demás.
Las dificultades llegan cuando hay que poner en práctica esas buenas ideas, pues en ocasiones las dificultades y desengaños de la vida frenan las iniciativas y van endureciendo poco a poco el corazón.
La personalidad de cada uno se va forjando en los momentos difíciles que es cuando más falta hace. Por eso me gustaría dedicar la entrada de esta semana a todos los que perseveran día a día en hacer el bien a los demás, muchas veces de forma anónima y a pesar de que no sea reconocido ni correspondido.
Se titula Voy a seguir y me ha parecido muy interesante para no desfallecer en esta tarea tan bonita de "pasar por la vida haciendo el bien".
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Voy a seguirVoy a seguir creyendo, aun cuando la gente pierda la esperanza.
Voy a seguir dando amor, aunque otros siembren odio.
Voy a seguir construyendo, aun cuando otros destruyan.
Voy a seguir hablando de paz, aun en medio de la guerra.
Voy a seguir iluminando, aun en medio de la oscuridad.
Y seguiré sembrando, aunque otros pisen la cosecha.
Y seguiré gritando, aun cuando otros callen.
Y dibujaré sonrisas en rostros con lágrimas.
Y transmitiré alivio cuando vea dolor.
Y regalaré motivos de alegría donde sólo haya tristezas.
Invitaré a caminar al que decidió quedarse.
Y levantaré los brazos a los que se han rendido.
Porque en medio de la desolación,
siempre habrá un niño que nos mirará esperanzado,
esperando algo de nosotros.
Porque, aun en medio de la tormenta,
por algún rinconcito sale el sol
y aun en medio del desierto crece una planta,
simplemente para demostrarnos
que para Dios nada es imposible ni definitivo.
Siempre habrá un pájaro que nos cante,
un niño que nos sonría
y aun en medio del desierto crece una planta,
simplemente para demostrarnos
que para Dios nada es imposible ni definitivo.
Siempre habrá un pájaro que nos cante,
un niño que nos sonría