Uno de los valores que distingue específicamente al ser humano es el perdón y la compasión. Sólo las personas somos capaces de tener piedad y misericordia y ejercer el perdón.
Su contravalor se identifica también con claridad: el rencor y el resentimiento.
Por desgracia es muy frecuente encontrar personas que viven instaladas en el resentimiento por hechos pasados hace tiempo pero que son incapaces de olvidar y perdonar, con el resultado de no apreciar lo positivo de la vida humana.
Por eso, para crecer en la madurez y el desarrollo personal es imprescindible tener la grandeza de corazón de saber perdonar y 'pasar página' para no vivir anclados en temas que ya no aportan nada a la persona.
De esto trata la historia de esta semana titulada Recogiendo piedras. Espero que os guste.
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Recogiendo piedras
Un día el maestro les contó a sus discípulos esta historia:
- Un hombre que iba por el
camino tropezó con una gran piedra. La recogió y la llevó consigo. Poco
después tropezó con otra. Igualmente la cargó.
Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no podía caminar.
- ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?
- Que es un necio -respondió uno de los discípulos.
Todas las piedras con que iba tropezando las cargaba, hasta que aquel peso se volvió tan grande que el hombre ya no podía caminar.
- ¿Qué piensan ustedes de ese hombre?
- Que es un necio -respondió uno de los discípulos.
-¿Para qué cargar las piedras con que tropezaba? Es un esfuerzo inútil -dijo otro.
Y añadió el maestro:
-Eso es lo que hacen aquéllos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aún la amargura de las propias equivocaciones...
Todo eso lo debéis dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor y del resentimiento contra los demás o contra uno mismo.
Si haces a un lado esa inútil carga y no la llevas contigo, tu camino será más ligero y tu paso más seguro.
Y añadió el maestro:
-Eso es lo que hacen aquéllos que cargan las ofensas que otros les han hecho, los agravios sufridos, y aún la amargura de las propias equivocaciones...
Todo eso lo debéis dejar atrás, y no cargar las pesadas piedras del rencor y del resentimiento contra los demás o contra uno mismo.
Si haces a un lado esa inútil carga y no la llevas contigo, tu camino será más ligero y tu paso más seguro.