martes, 4 de enero de 2011

Carta a los Reyes Magos

¿Quién no ha escrito alguna carta a los Reyes Magos cuando era niño? Era un momento mágico y fantástico levantarse temprano para ver si nuestros sueños se habían cumplido.

Con el paso de los años, la ilusión se transforma, pero no está mal retornar al mundo de los niños y escribir en nuestro corazón los deseos que tenemos para el nuevo año.


Aquí va un modelo que nos podría servir. 


¡Y que los sueños de todos se hagan realidad!!

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Queridos Reyes Magos:

Os escribo para saludaros y porque ahora sí os necesito de verdad, pues la cesta de productos básicos con que llegué al mundo se me ha ido agotando a lo largo de estos años. 

Por ejemplo, la paciencia se me acabó por completo, igual que la prudencia y la tolerancia. Ya me quedan poquitas esperanzas y el frasquito de fe está también vacío. La imaginación también está escaseando por estos rumbos.

Aunque también debéis saber que hay cosas que ya no necesito, como la dependencia y esa facilidad para hacer berrinches, que tantos enojos y problemas me han ocasionado. Así que quisiera pediros nuevos productos este año:

Para empezar me gustaría que rellenarais los frascos de paciencia y tolerancia (¡pero hasta el tope!), y el curso intensivo "Cómo ser más prudente", volúmenes 1, 2 y 3. Envíadme también varias bolsas grandes, pero bien grandes, de madurez que tanta falta me hace. También quisiera un baúl de sonrisas, de esas que alegran el día a cualquiera.

Si tenéis por ahí guardada una brújula para orientarme y tomar el camino correcto, os lo agradecería mucho.
Regaladme imaginación otra vez; pero no demasiada, porque debo confesar que en algunas ocasiones tomé grandes cantidades y me empachó. Nuevas ilusiones y una doble ración de fe y esperanza también me vendrían bien.

También pido una paleta de colores para pintar mi vida cuando la vea gris y oscura. Me sería muy útil una bolsa de basura para tirar todo lo que me hace daño.
Por favor, enviadme un frasco de betadine y una cajita de tiritas para sanar mi corazón, porque últimamente ha tropezado bastante y tiene muchos raspones.
Y una memoria externa, porque tengo el cerebro lleno de información y necesito espacio para guardar más.

También muchas zanahorias, para tener buena vista y no dejar pasar las oportunidades por no verlas. Necesito también un reloj enorme, muy grande, para que cada vez que lo vea me acuerde de que el tiempo corre y no debo desperdiciarlo. 

¿Podríais mandarme muchísima fuerza y seguridad en mí mismo? Sé que voy a necesitarlas para soportar los tiempos difíciles y para levantarme cuando caiga.
También quisiera una cajita de pastillas de las que hacen que crezca la fuerza de voluntad y el empeño, para que me vaya bien en la vida; y os pido unas tres o cuatro toneladas de "ganas de vivir", para cumplir mis sueños.

Necesito también una pluma con mucha tinta, para escribir todos mis logros y mis fracasos. Pero más que nada, os pido que me deis mucha vida, para lograr todo lo que tengo en mente y para que el día que me vaya con vosotros, tenga algo que llevaros y veais que no desperdicié el tiempo aquí en la Tierra.

De antemano os agradezco lo que podáis enviarme.

Con mucho cariño, vuestro amigo....

La Historia de la Semana

viernes, 31 de diciembre de 2010

El desahogo

No es fácil mantener el equilibro y la paz interior frente a los estímulos externos que nos rodean. Y en ocasiones nos afectan más de lo que nos gustaría. 


Por desgracia no hay una píldora mágica que nos devuelva la paz interior cuando la necesitamos, pues requiere mucha reflexión y meditación continuada, pero al menos podemos ser conscientes de las situaciones para que no nos desborden, ya que la clave está siempre dentro de nosotros mismos.


Esto es lo que me ha recordado la historia de esta semana, El desahogo, que espero os guste.


¡Feliz entrada de año!

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El desahogo

Un hijo, enfadado con la vida, va donde su madre y le dice:

- Hoy me siento tan molesto por lo injusto de algunas cosas de la vida que quisiera descargarme con alguien o con algo...

La madre se queda tranquila, lo mira y le dice:

- Muy fácil: ve al mar, grítale todo lo que sientes, dile todo lo feo que desees decir, saca todo eso que tienes en estos momentos y échaselo en cara al mar y sus olas.

El hijo así lo hizo. Fue al mar y le dijo todo lo imaginable; descargó su desprecio, su rabia y su dolor... y regresó donde su madre.

- ¡Ya lo he hecho madre! - le dijo.
- ¿Y cómo te sientes ahora?
- Pues aliviado, me he quitado un gran peso de encima.

- ¡Qué bien!... ahora ve otra vez, párate en el mismo lugar y esta vez dile al mar las cosas más hermosas que tengas en tu corazón....

El hijo se quedó extrañado ante esta segunda sugerencia, pero obedeció. Se dirigió otra vez hacia el mar, aunque esta vez, ya calmado, le dijo las cosas más hermosas que pudieron salir de su corazón... 
Y regresó a donde su madre.

- Ya lo he hecho madre...

- Cuéntame que te ha dicho el mar cuando le has insultado.
- Nada madre- respondió el hijo.

- ¿Y qué te ha respondido el mar cuando le has dicho cosas hermosas?
- Tampoco me ha respondido nada madre...

- Entonces aprende algo importante hijo mío: pase lo que pase hay que ser ecuánimes en esta vida. No permitas que nada te saque de tus casillas y te haga perder la paz y la serenidad.


martes, 28 de diciembre de 2010

¡Feliz Año 2011!

Es Navidad y tiempo de buenos deseos para todo el mundo. Particularmente hoy, día de los Santos Inocentes, que nos recuerdan la inocencia que debe presidir nuestra vida y pensamientos.

Desde La Historia de la Semana nos sumamos a ellos y deseamos todo lo mejor.

Que este próximo 2011 que estamos a punto de estrenar esté lleno de felicidad y alegría para todos.

Aquí va una sencilla composición para iniciar bien el año. ¡Que la disfrutéis!