En Nazaret, la primera visita es a la Basílica de la Anunciación, donde el Angel se apareció a María y pronunció las palabras que cambiaron la historia: Hágase en mi según tu palabra.
El actual santuario se ha construido sobre los restos de los anteriores iglesias y data de mediados del siglo pasado, por lo que la solución arquitectónica está muy conseguida, logrando integrar de manera natural los restos de las antiguas construcciones y dotando al entorno de un aire muy acogedor.
Toda la basílica está construida sobre la Casa de la Virgen, de la que se conserva la habitación que aparece en la foto, donde hay ahora un altar.
La primera reseña que aparece de este lugar corresponde a una peregrina de nombre Egeria que visitó los Santos Lugares sobre el año 380, donde hace una descripción de este sitio en concreto.
Y muy cerca se sitúa la Iglesia de San José, donde se recuerda la casa de José, con el grupo escultórico de la Sagrada Familia que he señalado antes.
La siguiente visita es a Caná de Galilea, donde tuvo lugar el primer milagro de Jesús en su vida pública: la conversión del agua en vino para alegrar a los convidados a una boda.
La iglesia está construida sobre unos restos en los que se aprecia una tinaja de las que usaban para contener agua en aquella época.
Aquí celebramos una sencilla ceremonia para renovar las promesas matrimoniales de varias parejas que lo vivieron muy intensamente. ¡Y hasta se regalaron de nuevo las alianzas!
Y no podía faltar el probar el vino de Caná, que es típico de la zona.
Día 25. Iniciamos la jornada subiendo temprano al Monte de las Bienaventuranzas, y conseguimos ser los primeros en llegar.
Según la tradición en este sitio tuvo lugar el Sermón de la Montaña, en el que Cristo expone las Bienaventuranzas a los discípulos. La vista sobre el lago de Galilea es preciosa y se respira un clima de paz y acogida. La iglesia está llevada por las Hermanas Franciscanas del Inmaculado Corazón de María, y nos atiende una hermana de Jordania.
Para los sacerdotes constituye un momento especial y muy emocionante poder celebrar la eucaristía y hablar sobre las bienaventuranzas en este lugar privilegiado.
En particular, a mi me recordó especialmente la misericordia y la paz con que Cristo acoge a todas las personas de buena voluntad. Para todo el grupo fue un momento muy emotivo y de gran profundidad (incluso asomaron algunas lágrimas...)
Tras la misa fuimos a una abadía benedictina donde se recuerda el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, y a continuación nos esperaba una grata sorpresa: un paseo en barca por el lago de Tiberíades, recordando todos los momentos en que Cristo estuvo con sus discípulos. De todos los pasajes que se mencionan, a mí me recordó sobre todo el de la tormenta que asusta a los apóstoles y cómo El les tranquiliza.
No podía faltar entre los sitios a visitar el lugar donde Cristo confirmó a Pedro como primado de la Iglesia.
Se encuentra al lado del lago y en él se ha erigido la iglesia que aparece en la foto de la izquierda. Siendo un momento especialmente importante para la Iglesia universal, la iglesia que lo conmemora es de las más sencillas que hemos visto, tal como se puede apreciar.
También en la misma zona se encuentran los restos de la ciudad de Cafarnaún. Según la excavaciones, en la época de Cristo debía de tener unos 200 habitantes y era muy visitada por ser zona de paso.
Aquí se venera la casa de San Pedro (en la foto de la izquierda) y es muy visitada por peregrinos de todo el mundo. Se pueden apreciar los restos de la casa primitiva en el interior (siglo I), una elevación del muro con una construcción mejor (siglo II), otro muro de forma octogonal (el octógono era la figura geométrica que usaban los bizantinos para significar la perfección) rodeando la casa central (siglo VI) y, sobre todo el complejo, una capilla elevada para protegerlo (siglo XX).
La comida del día la realizamos en un kibbutz a orillas del lago, desde el que se aprecian los Altos del Golán, lugar conocido por anexionárselo Israel durante la guerra de 1967, quitándoselo a Siria para poder garantizar la seguridad en todo el perímetro del lago de Tiberíades, pues anteriormente una orilla era de Siria y otra de Israel.
El plato típico por excelencia, como no podía ser de otro modo, es el pez de San Pedro, en recuerdo de la pesca milagrosa que tuvo lugar en este lago. ¿Serían estos los peces que entraron en la red? Todo el mundo decía que era muy sabroso, ¡¡pero yo no lo puede disfrutar a gusto por la cantidad de espinas que tiene!!
La última visita del día ¡y de la peregrinación! (llegados a este punto reconocemos que se nos ha pasado la semana supervolando) es el Monte Tabor, donde tuvo lugar la Transfiguración del Señor.
Como se puede apreciar en la foto, es el lugar más elevado de los alrededores y la vista desde la cima es realmente bonita. La subida es por una carretera estrecha donde no entran los autobuses y una compañía de taxis se encarga de llevar a los peregrinos. No apto para cardíacos: suben a toda velocidad para dar cuantos más viajes mejor y los acantilados en la carretera son considerables...
Una vez en la cima nos encontramos con esta impresionante basílica al estilo de los cruzados, aunque construida a principios del siglo XX. Los mosaicos y las vidrieras le dan una atmósfera especial que recuerda a la Transfiguración.
Como dato curioso señalar que todo el monte está declarado como Parque Nacional por el estado, con lo que todo está protegido y no se puede construir, restaurar,investigar,... sin autorización.
Y tras esta última visita nos vamos rápido al hotel para preparar las maletas y acoplar en las mismas todo lo que hemos comprado.
Día 26. Llegamos al aeropuerto de Ben Gurion en Tel Aviv a la 1:45 de la madrugada. Los trámites de seguridad se alargan hasta las 4:15 (colas, revisiones, interrogatorios,...) y por fin embarcamos para salir a las 5:05 y llegar a Madrid-Barajas a las 10:30 de la mañana. Cansados pero contentos y satisfechos.
Y todo el mundo preguntando ya a nuestro querido amigo y guía Paco Puértolas:
- Paco, ¿a donde vamos a ir en el próximo viaje? ....
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