¿Dónde buscamos las respuestas a nuestros interrogantes, a las cosas que nos preocupan? Seguramente muchas veces tratamos de eludirlas, pero al final las grandes preguntas vuelven.
En este cuento, titulado El sabio de la isla, se hace una reflexión sobre dónde encontrar esa sabiduría que dé las respuestas, pues se suele pensar que es propia de mentes muy preparadas y alejadas de nuestro entorno. Sin embargo, el protagonista se da cuenta al final de que todo pasa por repensar la propia actividad con sencillez y humildad, gracias a las palabras del anciano, que no se reconoce sabio sino simplemente una persona cercana que sabe escuchar los problemas de los demás.
En definitiva es un buen recordatorio de que afrontar las situaciones con humildad y sencillez es la mejor ayuda para resolver las dificultades.
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En este cuento, titulado El sabio de la isla, se hace una reflexión sobre dónde encontrar esa sabiduría que dé las respuestas, pues se suele pensar que es propia de mentes muy preparadas y alejadas de nuestro entorno. Sin embargo, el protagonista se da cuenta al final de que todo pasa por repensar la propia actividad con sencillez y humildad, gracias a las palabras del anciano, que no se reconoce sabio sino simplemente una persona cercana que sabe escuchar los problemas de los demás.
En definitiva es un buen recordatorio de que afrontar las situaciones con humildad y sencillez es la mejor ayuda para resolver las dificultades.
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El sabio de la isla
Había una vez un rey en una remota isla que estaba aburrido por todo lo que veía y todo lo que hacía y que ya no encontraba gracia a nada. Así que decidió hacer una visita a la isla vecina donde habitaba un gran sabio que de todo te daba razón y ni corto ni perezoso salió en su busca.
Así pasaron los días y este rey pensando en todo lo importante. Le pregunta a su capitán cuando arribarían a la otra isla y éste le contesto que ya estaban en las orillas de la famosa isla del sabio. El rey se alegró tanto que tan pronto encallaron bajo y corrió por el puerto preguntando por el sabio tan famoso que tantas cosas había escuchado de él.
Se encuentra con un anciano de ropas rasgadas y de aspecto muy humilde y le dice:
Se encuentra con un anciano de ropas rasgadas y de aspecto muy humilde y le dice:
- Oye tú, mendigo, ¿dónde está el sabio que habita esta isla?
- No lo sé. Todo mundo viene preguntando por ese sabio y en esta isla hay tan solo unas cuantas gentes como yo.
El rey le dice:
El rey le dice:
- ¿Cómo? ¿que no hay ningún sabio en esta isla?
El anciano le vuelve a contestar:
- No, no hay ningún sabio que yo sepa, ¿bueno para que quiere ver a ese sabio?
- Para que me diga el secreto de cómo ser más feliz, cómo ser mejor gobernante y todo lo bueno de la vida.
Entonces el anciano le dice "pregúntame a mí, que yo te ayudaré", a lo que el rey se ríe con tremenda carcajada y de pronto se queda serio, y le dice:
Entonces el anciano le dice "pregúntame a mí, que yo te ayudaré", a lo que el rey se ríe con tremenda carcajada y de pronto se queda serio, y le dice:
- ¿Tú un anciano mal vestido y, por lo que veo, muy ignorante me vas a decir lo que solo un sabio me puede decir?".
El anciano le contesta:
El anciano le contesta:
- No necesito traer ropas lujosas como tú, ni necesito riquezas o tropas para ser sabio, lo único que yo necesito es mi cabeza y mi paciencia. Tú, rey de la isla vecina, me preguntaste por un sabio y aquí no lo hay. Han venido cientos de reyes y demás gobernantes a buscarlo y no lo han encontrado. Sólo han hablado conmigo. Tan pronto terminan de hablar conmigo se retiran riéndose y diciendo que viajaron tanto que tuvieron tiempo para pensar muchas formas de solucionar sus problemas y que yo terminé dándoles la llave para ser mejores, pero no sé por qué.
El rey se da la media vuelta y se dirige pensativo hacia su barco pero tan pronto da unos pasos se voltea hacia el anciano y le dice:
El rey se da la media vuelta y se dirige pensativo hacia su barco pero tan pronto da unos pasos se voltea hacia el anciano y le dice:
- Gracias famoso sabio de la isla, me has dado la llave de cómo ser mejor gobernante, de cómo ser mas divertido, de cómo tener más paciencia. Me has enseñado que primero debo encontrarme a mí mismo con mis pensamientos, con mis actos y mis deseos, sólo así seré mejor. ¡Muchas gracias sabio!
El anciano, atónito, se rasca la cabeza y se dice a sí mismo: "Por eso no salgo de esta isla, afuera todos deben de estar locos, con eso de estar pensando cómo ser mejores y aliviar sus penas. No, no, no, yo estoy mejor aquí con mi ignorancia y mi humilde persona, lo único que hago es escuchar a toda esa gente que viene y preguntarles. Sólo por eso me dicen sabio".
El anciano, atónito, se rasca la cabeza y se dice a sí mismo: "Por eso no salgo de esta isla, afuera todos deben de estar locos, con eso de estar pensando cómo ser mejores y aliviar sus penas. No, no, no, yo estoy mejor aquí con mi ignorancia y mi humilde persona, lo único que hago es escuchar a toda esa gente que viene y preguntarles. Sólo por eso me dicen sabio".