Decía San Agustín que 'hay que vivir el presente del presente', para indicar que no se puede estar añorando el pasado ni pensando en el futuro sino realizando lo que cada momento de la vida nos va deparando.
Y en ese ir viviendo intensamente el día a día es fundamental la disposición para aprender nuevas cosas e incrementar nuestra sensibilidad y desarrollo personal.
Esa es la actitud de los niños y jóvenes cuando van adquiriendo experiencia y madurez; y cuando falta es señal de que uno se ha hecho mayor, independientemente de la edad que tenga.
En la historia de esta semana comparto un texto de José María Escudero en el que nos recuerda que siempre estamos a tiempo para aprender y rectificar los errores cometidos.
Se titula Nunca es demasiado tarde, y es que realmente nunca es demasiado tarde para ser feliz, para amar, para soñar, para sonreir,...
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Nunca es demasiado tarde
Nunca es demasiado tarde para perdonar...
Aunque siempre es demasiado pronto para llegar a las manos.
Nunca es demasiado tarde para sonreír...
Aunque siempre es demasiado pronto para lamentarse.
Nunca es demasiado tarde para implicarse...
Aunque siempre es demasiado pronto para pasar de largo.
Nunca es demasiado tarde para abrirse a los otros...
Aunque siempre es demasiado pronto para cerrarse en sí mismo.
Nunca es demasiado tarde para dar el primer paso...
Aunque siempre es demasiado pronto para obsesionarse con la meta.
Nunca es demasiado tarde para edificar puentes...
Aunque siempre es demasiado pronto para construir muros.
Nunca es demasiado tarde para ser feliz...
Aunque siempre es demasiado pronto para sentirse un desdichado.
Nunca es demasiado tarde para amar...
Aunque siempre es demasiado pronto para juzgar si lo merecen.
Nunca es demasiado tarde para soñar y arriesgar...
Aunque siempre es demasiado pronto para bostezar y “seguir tirando.”
Nunca es demasiado tarde para nacer a una vida nueva...
Aunque siempre es demasiado pronto para seguir muriendo en vida.
Esa es la actitud de los niños y jóvenes cuando van adquiriendo experiencia y madurez; y cuando falta es señal de que uno se ha hecho mayor, independientemente de la edad que tenga.
En la historia de esta semana comparto un texto de José María Escudero en el que nos recuerda que siempre estamos a tiempo para aprender y rectificar los errores cometidos.
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Nunca es demasiado tarde
Nunca es demasiado tarde para perdonar...
Aunque siempre es demasiado pronto para llegar a las manos.
Nunca es demasiado tarde para sonreír...
Aunque siempre es demasiado pronto para lamentarse.
Nunca es demasiado tarde para implicarse...
Aunque siempre es demasiado pronto para pasar de largo.
Nunca es demasiado tarde para abrirse a los otros...
Aunque siempre es demasiado pronto para cerrarse en sí mismo.
Nunca es demasiado tarde para dar el primer paso...
Aunque siempre es demasiado pronto para obsesionarse con la meta.
Nunca es demasiado tarde para edificar puentes...
Aunque siempre es demasiado pronto para construir muros.
Nunca es demasiado tarde para ser feliz...
Aunque siempre es demasiado pronto para sentirse un desdichado.
Nunca es demasiado tarde para amar...
Aunque siempre es demasiado pronto para juzgar si lo merecen.
Nunca es demasiado tarde para soñar y arriesgar...
Aunque siempre es demasiado pronto para bostezar y “seguir tirando.”
Nunca es demasiado tarde para nacer a una vida nueva...
Aunque siempre es demasiado pronto para seguir muriendo en vida.
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