Lo que no puede ser, no puede ser; y además es imposible. Seguro que más de una vez hemos escuchado este frase en tono de humor para referirse a algo que no tiene solución.
Es cierto que hay situaciones y cosas que por muchas vueltas que uno les dé, no se encuentra manera de hallar una solución.
Estoy pensando sobre todo en esas personas, amigos, seres queridos,..., que nos gustaría que cambiaran de actitud pero nunca lo hacen a pesar de que se les diga.
La historia de esta semana, Dientes de león (esa flor que al soplar se deshace y ningún jardinero quiere en su jardín), aporta una idea muy sugerente para afrontar estos casos con sencillez: ¡siempre podremos amarlas como son y tratarlas como nos gustaría que fueran!
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Dientes de león
Un hombre que se sentía muy orgulloso del césped de su jardín, se encontró un buen día con que crecía una gran cantidad de “dientes de león”, esas flores que cuando soplas pides un deseo.
Y, aunque trató por todos los medios librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga. Habían invadido todo su estupendo jardín.
Al fin escribió al Ministro de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho y concluía la carta preguntando:
-¿Qué puedo hacer?
Al poco tiempo le llegó la respuesta:
- Le sugerimos que aprenda a amarlos.
La Historia de la Semana
Es cierto que hay situaciones y cosas que por muchas vueltas que uno les dé, no se encuentra manera de hallar una solución.
Estoy pensando sobre todo en esas personas, amigos, seres queridos,..., que nos gustaría que cambiaran de actitud pero nunca lo hacen a pesar de que se les diga.
La historia de esta semana, Dientes de león (esa flor que al soplar se deshace y ningún jardinero quiere en su jardín), aporta una idea muy sugerente para afrontar estos casos con sencillez: ¡siempre podremos amarlas como son y tratarlas como nos gustaría que fueran!
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Dientes de león
Un hombre que se sentía muy orgulloso del césped de su jardín, se encontró un buen día con que crecía una gran cantidad de “dientes de león”, esas flores que cuando soplas pides un deseo.
Y, aunque trató por todos los medios librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga. Habían invadido todo su estupendo jardín.
Al fin escribió al Ministro de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho y concluía la carta preguntando:
-¿Qué puedo hacer?
Al poco tiempo le llegó la respuesta:
- Le sugerimos que aprenda a amarlos.
La Historia de la Semana
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