A todos nos gusta que nuestros deseos y aspiraciones se hagan realidad lo antes posible, para poder apreciar el fruto de nuestras acciones.
Pero la realidad a veces se muestra esquiva y el tiempo va pasando sin que veamos su realización concreta.
Esto suele suceder especialmente cuando nos dirigimos a Dios a través de nuestra oración en busca de ayuda, consuelo y cercanía, y no apreciamos ningún cambio alrededor, sintiendo una impotencia interior que nos sobrepasa.
La historia de esta semana, titulada El discípulo impaciente, trata sobre esto, y nos recuerda que aunque no veamos resultados concretos de nuestro oración, es importante no desfallecer en ella.
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El discípulo impaciente
Después de una exhaustiva sesión matinal de oraciones en el monasterio, el novicio le preguntó al abad:
-Todas estas oraciones que usted nos enseña, ¿hacen que Dios se acerque a nosotros?
-Te voy a responder con otra pregunta -dijo el abad. -¿Todas estas oraciones que rezas harán que el Sol salga mañana?
-¡Claro que no! ¡El Sol sale porque obedece a una ley universal!
-Entonces, ésta es la respuesta a tu pregunta. Dios está cerca de nosotros, independientemente de las oraciones que recemos.
El novicio se enojó:
-¿Usted quiere decir que nuestras oraciones son inútiles?
-En absoluto. Si tú no te despiertas temprano jamás podrás ver la salida del Sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, nunca conseguirás notar Su presencia.
La Historia de la Semana
Pero la realidad a veces se muestra esquiva y el tiempo va pasando sin que veamos su realización concreta.
Esto suele suceder especialmente cuando nos dirigimos a Dios a través de nuestra oración en busca de ayuda, consuelo y cercanía, y no apreciamos ningún cambio alrededor, sintiendo una impotencia interior que nos sobrepasa.
La historia de esta semana, titulada El discípulo impaciente, trata sobre esto, y nos recuerda que aunque no veamos resultados concretos de nuestro oración, es importante no desfallecer en ella.
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El discípulo impaciente
Después de una exhaustiva sesión matinal de oraciones en el monasterio, el novicio le preguntó al abad:
-Todas estas oraciones que usted nos enseña, ¿hacen que Dios se acerque a nosotros?
-Te voy a responder con otra pregunta -dijo el abad. -¿Todas estas oraciones que rezas harán que el Sol salga mañana?
-¡Claro que no! ¡El Sol sale porque obedece a una ley universal!
-Entonces, ésta es la respuesta a tu pregunta. Dios está cerca de nosotros, independientemente de las oraciones que recemos.
El novicio se enojó:
-¿Usted quiere decir que nuestras oraciones son inútiles?
-En absoluto. Si tú no te despiertas temprano jamás podrás ver la salida del Sol. Si tú no rezas, aunque Dios esté siempre cerca, nunca conseguirás notar Su presencia.
La Historia de la Semana
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