Estamos en período de exámenes, con la preocupación normal de muchos estudiantes de si aprobarán todas las materias para pasar de curso... (yo les digo que si han estudiado tienen bastantes probabilidades, pero que si no lo han hecho durante el curso... tendrán que recurrir a la suerte...)
Me ha llegado este sencillo texto titulado El examen de Dios que me ha parecido muy oportuno para compartirlo esta semana, pues viene como anillo al dedo para una educación que aspire a algo más que al mero acumular conocimientos.
Por que ¿qué es más importante para el desarrollo integral de la persona: saber idiomas o dominar el lenguaje del amor, saber ecuaciones o llevar esperanza y alegría al que lo necesita?
Este texto da que pensar sobre estas cosas y además aporta una imagen de Dios muy práctica y real: la de estar atento a los demás y preocuparse por el más necesitado.
¡Espero que guste.... y que se apruebe el examen sin recurrir a la suerte!
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El examen de Dios
Dios no te preguntará por tu nivel de inglés, francés o alemán…
Dios te preguntará por tu nivel en el lenguaje del entusiasmo, del perdón, del amor.
Dios no te preguntará por tu destreza en resolver derivadas, ecuaciones, algoritmos o integrales…
Dios te preguntará por tu destreza en sumar sonrisas, restar penas, multiplicar talentos y dividir intereses.
Dios no te preguntará por la fecha exacta de la Segunda Guerra Mundial o de la caída del Muro de Berlín...
Dios te preguntará por el día y la hora exacta en que estés dispuesto a escribir, con tu vida, una bella historia de paz, de amor, de fraternidad.
Dios no te preguntará por la generación del 27 o del 98…
Dios te preguntará por tus compañeros de clase o por tus amigos de botellón.
Dios no te preguntará por tu habilidad en saltar vallas o tu velocidad en correr…
Dios te preguntará por tu habilidad en levantarte de la silla cada vez que una persona necesite de tu ayuda.
Dios no te preguntará por el número de ríos, animales, montañas o países que conozcas…
Dios te preguntará por el número de móviles, cumpleaños, direcciones y aficiones de tus compañeros, en especial de los que muy pocos se acuerdan.
Dios no te preguntará por tu capacidad en analizar frases o comentar textos…
Dios te preguntará por tu capacidad en observar, cada día, la Palabra, la Buena Noticia.
Dios no te preguntará qué asignatura escogiste entre las optativas…
Dios te preguntará si elegiste, en cada momento, lo mejor para ti y para tus hermanos.
Dios no te preguntará si estás dispuesto a recuperar las asignaturas suspensas…
Dios te preguntará si estás dispuesto a recuperar la confianza que Él, cada día, sigue depositando en ti.
Dios no te preguntará…
Dios esperará a que tú le respondas cada día con tu vida y con tus acciones…
J. M. de Palazuelo
La Historia de la Semana
El examen de Dios
Dios no te preguntará por tu nivel de inglés, francés o alemán…
Dios te preguntará por tu nivel en el lenguaje del entusiasmo, del perdón, del amor.
Dios no te preguntará por tu destreza en resolver derivadas, ecuaciones, algoritmos o integrales…
Dios te preguntará por tu destreza en sumar sonrisas, restar penas, multiplicar talentos y dividir intereses.
Dios no te preguntará por la fecha exacta de la Segunda Guerra Mundial o de la caída del Muro de Berlín...
Dios te preguntará por el día y la hora exacta en que estés dispuesto a escribir, con tu vida, una bella historia de paz, de amor, de fraternidad.
Dios no te preguntará por la generación del 27 o del 98…
Dios te preguntará por tus compañeros de clase o por tus amigos de botellón.
Dios no te preguntará por tu habilidad en saltar vallas o tu velocidad en correr…
Dios te preguntará por tu habilidad en levantarte de la silla cada vez que una persona necesite de tu ayuda.
Dios no te preguntará por el número de ríos, animales, montañas o países que conozcas…
Dios te preguntará por el número de móviles, cumpleaños, direcciones y aficiones de tus compañeros, en especial de los que muy pocos se acuerdan.
Dios no te preguntará por tu capacidad en analizar frases o comentar textos…
Dios te preguntará por tu capacidad en observar, cada día, la Palabra, la Buena Noticia.
Dios no te preguntará qué asignatura escogiste entre las optativas…
Dios te preguntará si elegiste, en cada momento, lo mejor para ti y para tus hermanos.
Dios no te preguntará si estás dispuesto a recuperar las asignaturas suspensas…
Dios te preguntará si estás dispuesto a recuperar la confianza que Él, cada día, sigue depositando en ti.
Dios no te preguntará…
Dios esperará a que tú le respondas cada día con tu vida y con tus acciones…
J. M. de Palazuelo
La Historia de la Semana
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