No es fácil mantener el equilibro y la paz interior frente a los estímulos externos que nos rodean. Y en ocasiones nos afectan más de lo que nos gustaría.
Por desgracia no hay una píldora mágica que nos devuelva la paz interior cuando la necesitamos, pues requiere mucha reflexión y meditación continuada, pero al menos podemos ser conscientes de las situaciones para que no nos desborden, ya que la clave está siempre dentro de nosotros mismos.
Esto es lo que me ha recordado la historia de esta semana, El desahogo, que espero os guste.
¡Feliz entrada de año!
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Por desgracia no hay una píldora mágica que nos devuelva la paz interior cuando la necesitamos, pues requiere mucha reflexión y meditación continuada, pero al menos podemos ser conscientes de las situaciones para que no nos desborden, ya que la clave está siempre dentro de nosotros mismos.
Esto es lo que me ha recordado la historia de esta semana, El desahogo, que espero os guste.
¡Feliz entrada de año!
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El desahogo
Un hijo, enfadado con la vida, va donde su madre y le dice:
- Hoy me siento tan molesto por lo injusto de algunas cosas de la vida que quisiera descargarme con alguien o con algo...
La madre se queda tranquila, lo mira y le dice:
- Muy fácil: ve al mar, grítale todo lo que sientes, dile todo lo feo que desees decir, saca todo eso que tienes en estos momentos y échaselo en cara al mar y sus olas.
El hijo así lo hizo. Fue al mar y le dijo todo lo imaginable; descargó su desprecio, su rabia y su dolor... y regresó donde su madre.
- ¡Ya lo he hecho madre! - le dijo.
- ¿Y cómo te sientes ahora?
- Pues aliviado, me he quitado un gran peso de encima.
- ¡Qué bien!... ahora ve otra vez, párate en el mismo lugar y esta vez dile al mar las cosas más hermosas que tengas en tu corazón....
El hijo se quedó extrañado ante esta segunda sugerencia, pero obedeció. Se dirigió otra vez hacia el mar, aunque esta vez, ya calmado, le dijo las cosas más hermosas que pudieron salir de su corazón...
Y regresó a donde su madre.
Y regresó a donde su madre.
- Ya lo he hecho madre...
- Nada madre- respondió el hijo.
- ¿Y qué te ha respondido el mar cuando le has dicho cosas hermosas?
- Tampoco me ha respondido nada madre...