A nadie se le escapa que la educación es un tema fundamental y básico, hoy y ya en el siglo III a.C., en que Licurgo, sabio orador ateniense, sorprendió a sus coetáneos con la historia de esta semana, muy ilustrativa del valor de la educación y de su finalidad, además de la importancia de la experiencia. Otra cuestión será el cómo educar, cómo transmitir no sólo los conocimientos, sino los valores y las vivencias. ¡Espero que os guste!
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El perro y la liebre
Se cuenta que el legislador Licurgo fue invitado a dar una conferencia sobre educación. Aceptó la invitación, pero pidió un plazo de seis meses para prepararse.
El hecho causó extrañeza, pues todos sabían que él tenía capacidad y condiciones para hablar en cualquier momento sobre el tema. Y por eso mismo lo habían invitado.
Transcurridos los seis meses, Licurgo compareció ante la Asamblea, que estaba expectante. Se ubicó en la tribuna, y enseguida entraron unos criados portando cuatro jaulas. En cada una había un animal; en total eran dos liebres y dos perros.
A una señal preestablecida, uno de los criados abrió la puerta de una de las jaulas y una pequeña liebre blanca salió corriendo, espantada.
Luego, el otro criado abrió una jaula donde había un perro, y éste salió en desesperada carrera a la captura de la liebre. La alcanzó con destreza, destrozándola rápidamente.
La escena fue dantesca y golpeó a todos. Una gran conmoción recorrió la Asamblea y los corazones de todos parecían saltar del pecho. Nadie conseguía entender lo que Licurgo deseaba con tal agresión.
Licurgo no dijo nada. Volvió a repetir la señal establecida, y la otra liebre fue liberada de su jaula. Enseguida, se liberó al otro perro.
El público apenas contenía la respiración. Algunos, más sensibles, llevaron las manos a los ojos para no ver la repetición de la muerte bárbara del indefenso animalito que corría y saltaba.
En el primer instante, el perro embistió contra la liebre. Sin embargo, en vez de destrozarla, la tocó con la pata y la revolcó. Luego se irguió y se pusieron a jugar.
Para sorpresa de todos, ambos animales mostraron tranquila convivencia, saltando de un lado para el otro.
Entonces, y solamente entonces, Licurgo habló:
- Señores, acabáis de asistir a una demostración de lo que puede la educación. Ambas liebres son hijas de la misma matriz. Fueron alimentadas igualmente y recibieron los mismos cuidados. Así, igualmente, los perros. La diferencia entre ellos reside, solamente, en la educación.
Y prosiguió vivamente su discurso, exponiendo las excelencias del proceso educativo:
- La educación, basada en una concepción exacta de la vida, transformaría la cara del mundo. Debemos educar a nuestros hijos, esclarecer su inteligencia pero, ante todo, debemos hablar a su corazón, enseñándole a despojarse de sus imperfecciones, porque la sabiduría por excelencia consiste en volvernos mejores.
Realmente, cuanta falta nos hace educarnos en valores constantemente. Este fin de semana me he vuelto a dar cuenta de esto en el Parlamento Universal de la Juventud de Loja ...
ResponderEliminarQue sigamos SOÑANDO.
Gracias Jose Mari por darnos este alimento necesario para el alma.
Abrazos desde Ecuador
Corpus
Que interesante historia sobre la EDUCACION, recuerdo que al hacer mi maestria, mi maestro el Dr. Isaac Cordova Baldeon de la UNDAC Pasco, Peru, hizo una clase muy motivadora donde nos hizo ver este video.
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