sábado, 3 de diciembre de 2011

El dolor

La historia de esta semana trata sobre el dolor interior de las personas. Porque, ¿quién no ha sufrido en esta vida en alguna ocasión?

En mayor o menor grado todos hemos tenido episodios personales que nos han hecho pasar por momentos dolorosos: perder un ser querido, tener una enfermedad, sufrir un desengaño o una separación,... 

Sin embargo, la cuestión que me parece importante para meditar es cómo afrontamos esos momentos en que parece que todo se desvanece en nuestro interior.

La reflexión que nos brinda esta historia es que veamos la situación 'desde fuera' de nosotros mismos, reto ciertamente difícil en esos momentos de dolor pero no imposible, pues cada persona 'es + que uno mismo'.

Así que aquí va el relato titulado El dolor.


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El dolor

Cuenta la historia que, en cierta ocasión, una madre acudió a un anciano monje llevando en sus brazos a un niño muerto. 


Era viuda y ese niño era su único hijo, que constituía todo su amor y su atención. La mujer era ya mayor, de modo que nunca podría tener otro hijo. 

Oyendo sus gritos, la gente pensaba que se había vuelto loca por el dolor y que, por eso, pedía lo imposible: que su hijo volviera a la vida.
Cuando el anciano monje la vio pensó que, si bien no podía resucitar al niño, sí podía al menos mitigar el dolor de aquella madre ayudándole a entender. 

Por eso le dijo que, para curar a su hijo, necesitaba unas semillas de mostaza, pero unas semillas muy especiales: unas semillas que se hubieran recogido en una casa en la que en los tres últimos años no se hubiese pasado algún gran dolor o sufrido la muerte de un familiar. 

La mujer, al ver crecida así su esperanza, recorrió la ciudad buscando de casa en casa esas milagrosas semillas. Llamó a muchas puertas. Y vio que en unas había muerto un padre o un hermano; en otras, alguien se había vuelto loco; en las de más allá había un viejo paralítico o un muchacho enfermo. 

Llegó la noche y la pobre mujer volvió donde el monje con las manos vacías pero con paz en el corazón: había descubierto que el dolor era algo que compartía con todos sus semejantes. 


La Historia de la Semana

2 comentarios:

  1. Una necesaria reflexión en tiempos de esperanza, ya que en fondo, también (tal y como lo señalas), del dolor se puede rehacer la vida.
    Gracias.
    Un abrazo.
    Isa

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