Preguntas difíciles de responder a la primera y en las que hay que meditar un poco.
Solemos pensar que muchos de nuestros actos son intrascendentes, que no van a ningún lugar, mientras que otros son importantísimos y nos quitan el sueño.
Yo creo que todos nuestros actos tienen una gran trascendencia en los demás, aún los que nos parecen más pequeños e insignificantes: ¿cómo acoge un niño una mala acción de un mayor o un alumno un desaire de su maestro?, ¿cuánto vale una sonrisa a un abuelo o una mirada de esperanza?
La grandes personas son las que tienen en cuenta esos pequeños detalles que a la mayoría le pasan desapercibidos y son capaces de buscar siempre el bien del otro. Y pienso que todos estamos llamados a ello.
¿Y si además todos y cada nos propusiéramos aportáramos un simple copo de nieve en nuestro entorno?...
Todo esto me ha sugerido la sencilla historia de esta semana titulada ¿Cuánto pesa un copo de nieve?
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¿Cuánto pesa un copo de nieve?
-Nada, ni un ápice -fue la respuesta.
-Si es así -dijo el pajarito-, debo contarte una historia maravillosa:
Este invierno me posé en la rama de un abeto, cercana al tronco, y empezó a nevar.
No densamente en una rabiosa ventisca, no; sólo como en un sueño, sin herida alguna ni violencia.
Como no tenía nada que hacer, fui contando los copos mientras caían sobre las hojas de mi rama.
Este invierno me posé en la rama de un abeto, cercana al tronco, y empezó a nevar.
No densamente en una rabiosa ventisca, no; sólo como en un sueño, sin herida alguna ni violencia.
Como no tenía nada que hacer, fui contando los copos mientras caían sobre las hojas de mi rama.
El número fue exactamente 3.741.952.
Cuando sobre la rama cayó el siguiente copo (nada de peso, ni un ápice, como tú dices), la rama se rompió.
Y dicho esto, el pajarito echó a volar.
La paloma, una autoridad en la materia desde los tiempos de Noé, se puso a reflexionar hasta que, pasados unos minutos, se dijo:
«Es verdad, quizá tan sólo haga falta la colaboración de una persona más para que la solidaridad se abra camino en el mundo».
Kurt Kaufer
Preciosa y comprometodora reflexión.
ResponderEliminarGracias.