sábado, 9 de mayo de 2009

El halcón

Siempre me ha sorprendido la cantidad de recursos que tenemos cuando de verdad hacen falta y que desconocemos.

En los campamentos de aprecia en toda su realidad: la experiencia de profesor, y no digamos ya la de jefe de campamento, es algo inolvidable que nos fuerza a sacar de nosotros mismos todo lo mejor en todos los sentidos: físico (yo lo de dormir poco lo llevo fatal!), educativo (siempre hay que estar enseñando) y espiritual (uno toma conciencia de que hay que dar ejemplo para mantener la autoridad).


Todo esto me ha recordado la sencilla historia de esta semana, aunque seguro que a vosotros os sugiere muchas más cosas. Espero que os guste.



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El halcón



Un rey recibió como obsequio dos pequeños halcones y los entregó al maestro de cacería para que los entrenara. Después de unos meses, el maestro le informó al rey que uno de los halcones estaba perfectamente pero que al otro no sabía que le sucedía, no se había movido de la rama en la que lo depositó el día que llegó.



El rey mandó llamar a curanderos y sanadores para que vieran al halcón, pero nadie pudo hacer volar al ave.



Encargó entonces la misión a miembros de la corte, pero nada sucedió. Al día siguiente, el monarca pudo observar desde la ventana de sus aposentos que el ave aún continuaba inmóvil. Entonces decidió comunicar a su pueblo que ofrecería una recompensa a la persona que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente vio, sorprendido, al halcón volando ágilmente por los jardines.



El rey le dijo a su chambelán que trajera a su presencia al autor de ese milagro. Al poco, apareció ante él un campesino. El rey le preguntó:



- "¿Tú hiciste volar al halcón? ¿Cómo lo hiciste? ¿Eres mago?"



Intimidado, el campesino le contestó: - "Fue fácil, mi Señor, sólo corté la rama y el halcón voló, se dio cuenta que tenía alas y se puso a volar".

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