miércoles, 2 de mayo de 2018

La Primavera

Aunque la primavera se resiste a hacer acto de presencia, al menos oficialmente ya está aquí.

Y para celebrarlo con unos minutos de música relajante, nada mejor que escuchar precisamente el fragmento de la obra Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi dedicado a la primavera, que nos evoca las flores y el buen tiempo.

Un dato curioso que me sorprendió es que, aunque ahora es muy conocido, Vivaldi se hizo famoso sobre los años 50 del siglo pasado, y en su tiempo falleció en la pobreza.

Hay muchos videos con esta obra, de los que he seleccionado dos versiones. El primero con paisajes de la naturaleza primaveral, como no podía ser de otra forma, y el segundo con una interpretación a cargo de una orquesta de cámara. Duran casi 10 minutos, pero merece la pena escucharlos.

Aquí va el primero:


Y aquí va el segundo:

La Historia de la Semana

lunes, 30 de abril de 2018

La cajita dorada


Cuando nos hacemos mayores normalmente vamos perdiendo la mirada inocente de las cosas, dando entrada a los prejuicios, resentimientos, ideas negativas de los demás,...

Por eso es importante volver la mirada atrás y recordar la infancia y la niñez para no perder esos valores tan importantes que nos ayudan a ser felices y encontrar la situación justa en cada momento, sin ideas preconcebidas que alteran la realidad.
La historia de esta semana trata precisamente de la distinta mirada que tienen un padre y su hija acerca de un regalo, una cajita dorada.

Y recuerda el conocido consejo de Jesucristo de hacerse como niños, pues de los son como niños es el reino de los cielos.
 

A continuación esta preciosa historia sobre la humildad y sencillez titulada La cajita dorada.

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La cajita dorada

La historia dice que hace algún tiempo un hombre castigó a su hija de cinco años de edad por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver que era muy caro. El dinero estaba escaso y él se enojó aun más cuando la niña pegó el papel dorado para decorar una caja y ponerla debajo del árbol de Navidad. 


Sin embargo, la niñita le trajo la caja de regalo a su padre la mañana siguiente y le dijo:

-"Esto es para ti, papá".

El padre estaba avergonzado por su anterior reacción exagerada, pero su enojo apareció de nuevo cuando encontró que la caja estaba vacía. Le habló a su hija de una manera recia: 


-"¿No sabes, jovencita, que cuando das un regalo a alguien, se supone que debe haber algo dentro del paquete?" 
 
La niñita lo miró con lágrimas en sus ojos y le dijo:

-"Papá, no está vacía. Le puse besitos hasta que se llenó".

El padre quedó turbado y confundido. Cayó de rodillas y abrazó a su pequeña hija; le rogó que lo perdonara por su enojo innecesario y guardó su cajita dorada con esmero.


La Historia de la Semana

martes, 17 de abril de 2018

Los dos monjes

Hacer el bien siempre y en todo lugar es una de las manifestaciones más claras de la madurez personal y la vivencia de los valores y virtudes, sobre todo cuando se trata de ayudar a los más necesitados que nosotros.

El cuento que comparto esta semana, titulado Los dos monjes, ilustra esta situación poniendo de manifiesto que no nos podemos dejar llevar por los prejuicios que a veces tenemos por nuestra educación o nuestra cultura.

El propio Jesucristo nos da ejemplo cuando se atreve a curar en sábado contraviniendo la ley judía que lo prohibía. Porque hacer un bien siempre es prioritario. 

Otra cuestión que me suscita esta historia: la importancia excesiva que damos a veces a los hechos de nuestra vida pasada. Tienen que servir para proyectar el futuro, no para estar pendientes de ellos, pues ya no se pueden cambiar. 

Y sin más, aquí va la historia de Los dos monjes.
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Los dos monjes

Dos monjes iban caminando por el campo al atardecer; mientras caminaban, oraban y reflexionaban.

Un poco antes de acercarse a un río que tenían que cruzar, el cual no tenía puente para hacerlo, se les acercó una mujer de baja estatura, pidiéndoles que le ayudaran a cruzar el río. Uno de ellos inmediatamente dijo que sí, mientras el otro lo veía con mirada de desaprobación. 


 El que se apuntó para ayudar a la pequeña mujer la subió en sus hombros y terminado el río la bajó de sus hombros, la mujer quedó muy agradecida con ese monje.

Los monjes siguieron su camino y el que no aprobó la decisión empezó a recriminar al monje que ayudó a la mujer a cruzar el río acerca de su comportamiento: 


- ¿Porqué subiste a esa mujer a tus hombros?, ¿no sabes que en el convento nos tienen prohibido mantener contacto con mujeres?

El monje que había ayudado a la mujer no respondía a las preguntas del otro monje. Siguieron su camino y el monje insistía en sus preguntas, a lo que el otro monje no respondía.

Poco antes de llegar al convento, el monje le volvió a cuestionar acerca de lo que había hecho y por fin el monje respondió: 


- Hace más de cuatro horas que esta mujer ya no está cerca de mi cabeza, pero sigue en la tuya. ¿Qué ganas con hacerte daño al tener en tu mente cosas del pasado?, ¿qué ganas con tener en tu mente cosas que a ti no te afectan? 

La Historia de la Semana