martes, 2 de octubre de 2012

Hábitos del buen líder

Un tema que siempre me ha parecido muy importante en el trabajo educativo es el del liderazgo y la autoridad moral para transmitir eficazmente las ideas.

Esto es particularmente necesario en el entorno del trabajo en ONG's y asociaciones juveniles donde no existe una relación de obediencia con la autoridad, como ocurrre en la empresa, el ejército o la religión.

Esta semana comparto un resumen de un artículo que me ha parecido muy interesante en este sentido. Está dedicado a los hábitos de un buen líder empresarial pero son perfectamente extrapolables a cualquier organización.

Son siete puntos que se han mostrado eficaces a la hora de dirigir un equipo de trabajo y que se podrían resumir sencillamente en pocas palabras: en contextos de voluntariedad es importante hacer amigos para lograr los objetivos propuestos.

Aquí van estos hábitos del buen líder, que espero os sean tan útiles como a mí. 

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Hábitos del buen líder

1) No crear estrellas
Hay que evitar caer en la acepción de personas, privilegiando a unos sobre otros. El reconocimiento debe fluctuar entre todos los miembros del equipo para no desmotivar.

 2) Coordinar el objetivo de cada miembro para encajarlo en el objetivo general. 
Conocer a las personas y su trabajo dentro de la organización para lograr una buena cooperación. El premio es para el equipo, no para el individuo.

3) No dar infinitas oportunidades a los menos capaces. 
A estas personas hay que proporcionarles herramientas adecuadas para que se pongan a la altura del equipo.

4) Asesorar al grupo pero no interferir en su trabajo
Estar continuamente encima de las personas interviniendo y matizando sólo provoca desmotivación. Los buenos ejecutivos reconocen que la excesiva intromisión impide a sus empleados que saquen lo mejor de ellos mismos.

5) Valorar a los miembros del equipo como lo primero
Después vendrán los clientes, beneficiarios y usuarios. Aquellos son los que aportan valor real a la organización.


6) Priorizar la gestión en lugar de los resultados. 
Es más importante motivar al equipo y colaborar juntos que el historial de resultados.

7) Hacer preguntas en lugar de dar órdenes
Cuando se dan pautas cerradas se pierde la oportunidad de hacer pensar por uno mismo y de dar lo mejor que uno sabe, con el agravante de que nunca aprenden a hacer las cosas por sí mismos, llegando en ocasiones al infantilismo.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Dios y tú

A veces, meditando sobre el comportamiento de algunas personas, pienso que estamos bastante mal acostumbrados. 

Me explico: hemos oído en muchas ocasiones que Dios todo lo puede, que es el que domina la tierra, que todo ocurre bajo su voluntad,... y nos olvidamos de que cada uno de nosotros somos sus manos, sus brazos, sus ojos,... y que nos corresponde actuar en consecuencia, sin eludir nuestras obligaciones.

Resulta mucho más sencillo esperar que Dios haga el trabajo que nos corresponde a nosotros; y si el asunto sale mal, echarle la culpa.

La historia de esta semana me ha servido para recordar estas cosas y el papel que necesariamente tengo que desempeñar a mi alrededor, siendo instrumento de paz, de amor, de esperanza,...

Y como me ha venido muy bien, aquí comparto este texto titulado Dios y tú

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Dios y tú

Sólo Dios puede dar la paz,
pero tú puedes suscitar la concordia.

Sólo Dios es la vida,
pero tú puedes devolver a otros el deseo de vivir.

Sólo Dios puede dar amor,
pero tú puedes enseñar a amar a los demás.

Sólo Dios puede dar la fuerza,
pero tú puedes sostener al desfallecido.

Sólo Dios puede dar la fe,
pero tú puedes dar tu testimonio.

Sólo Dios puede dar la esperanza,
pero tú puedes dar confianza a tus hermanos.

Sólo Dios es la luz,
pero tú puedes hacerla brillar a los ojos de todos.

Sólo Dios es el camino,
pero tú puedes mostrarlo a los demás.

Sólo Dios puede hacer lo que parece imposible,
pero tú puedes hacer lo que es posible.

Sólo Dios se basta a sí mismo...
pero prefiere contar contigo.


La Historia de la Semana
 

martes, 25 de septiembre de 2012

El mercader y la bolsa

Las causas que han desembocado en la  actual crisis económica y de valores son muy variadas y sería muy largo enumerarlas.

Sin embargo creo que hay dos factores que han influido de forma considerable en ella: 

el afán desmedido de enriquecerse de algunos (lo que decíamos avaricia en otros tiempos) y la falta de justicia ante determinados casos (que hace que no todos sean iguales ante la ley).

¿Qué hacer ante esta situación? La historia de esta semana nos da alguna pista de actuación, que pasa necesariamente por nuestro compromiso y honestidad personal, procurando ser justo con los que me rodean y no dejándome llevar por el tener sino por el ser.

Y sin más aquí va El mercader y la bolsa.

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El mercader y la bolsa

Cierto día un mercader ambulante iba caminando hacia un pueblo. Por el camino encontró una bolsa con 80 monedas de oro. El mercader decidió buscar a la persona que había perdido el dinero para entregárselo pues pensó que el dinero pertenecía a alguien que llevaba su misma ruta.


 Cuando llegó a la ciudad fue a visitar a un amigo.

- ¿Sabes quién ha perdido una gran cantidad de dinero? -le preguntó a éste.

- Sí, sí -le respondió.- Lo perdió nuestro vecino, que vive en la casa de enfrente.

El mercader fue a la casa indicada y devolvió la bolsa. Este vecino era una persona avara y apenas terminó de contar el dinero gritó:

- ¡Faltan 20 monedas! Esa era la cantidad de dinero que yo iba a dar como recompensa. ¿Cómo lo has agarrado sin mi permiso? Vete de una vez. Ya no tienes nada que hacer aquí.


El honrado mercader se sintió indignado por la falta de agradecimiento, y no queriendo pasar por ladrón fue a ver al juez.

El avaro fue llamado a la corte. Insistió ante el juez que la bolsa contenía 100 monedas, mientras que el mercader aseguraba que eran 80.

El juez, que tenía fama de sabio y honrado, no tardó en decidir el caso. Le preguntó al avaro:

- Tú dices que la bolsa contenía 100 monedas ¿verdad?


- Sí, señor -respondió.

- Y tú dices que la bolsa contenía 80 monedas -le preguntó el juez al mercader.

- Sí, señor.

- Pues bien -dijo el juez- considero que ambos son personas honradas e incapaces de mentir. A ti porque has devuelto la bolsa con el dinero, pudiéndote quedar con ella. Y al vecino porque lo conozco desde hace tiempo.

Esta bolsa de dinero no es la suya, pues contenía 100 monedas y ésta sólo tiene 80. Así pues, que se quede el mercader con ella hasta que aparezca su dueño.

Y tú, mientras tanto, sigue esperando que alguien te devuelva la tuya.