viernes, 8 de octubre de 2010

Los tres leones

De vez en cuando sobrevienen dificultades inesperadas que parece sobrepasan nuestras fuerzas y, a poco que nos descuidemos, nos quedamos sin capacidad de respuesta. 

E inevitablemente surge la pregunta: ¿cómo afrontar las situaciones difíciles y los problemas?

Por desgracia no hay una fórmula mágica para resolver los problemas, a modo del bálsamo de Fierabras que aparece en El Quijote, pero sí que hay una manera clara de afrontarlos sean grandes o pequeños: siendo conscientes de que estamos por encima de ellos, que siempre podemos crecer un poco más interiormente para ver nuevas perspectivas, nuevos ángulos que son de gran ayuda para superar los obstáculos que se presenten.

Todo esto me ha sugerido la historia de esta semana, titulada Los tres leones. Aquí va:


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Los tres leones


En la selva vivían tres leones. Un día el mono, el representante elegido por los animales, convocó a una reunión para pedirles una toma de decisión: 

- Todos nosotros sabemos que el león es el rey de los animales, pero hay una gran duda en la selva: existen tres leones y los tres son muy fuertes. ¿A cuál de ellos debemos rendir obediencia? ¿Cuál de ellos deberá ser nuestro Rey?

Los leones supieron de la reunión y comentaron entre sí: 


- La preocupación de los animales tiene mucho sentido. Una selva no puede tener tres reyes. Luchar entre nosotros no queremos ya que somos muy amigos. ¿Cómo descubrir al futuro rey?

Otra vez los animales se reunieron y después de mucho deliberar, llegaron a una decisión y se la comunicaron a los tres leones.

- Hemos encontrado una solución muy simple para el problema, y decidimos que Uds. tres van a escalar la Montaña Difícil. El que llegue primero a la cima será consagrado nuestro Rey.

La Montaña Difícil era la más alta de toda la selva. El desafío fue aceptado y todos los animales se reunieron para asistir a la gran escalada.

El primer león intentó escalar y no pudo llegar. El segundo empezó con todas las ganas, pero también fue derrotado. El tercer león tampoco lo pudo conseguir y bajó derrotado.

Los animales estaban impacientes y curiosos; si los tres fueron derrotados, ¿cómo elegirían un rey?

En ese momento, un águila, grande en edad y en sabiduría, pidió la palabra:

- ¡Yo sé quien debe ser el rey! Todos los animales hicieron silencio y la miraron con gran expectativa.

- ¿Cómo?, preguntaron todos.

- Es simple, dijo el águila. Yo estaba volando bien cerca de ellos y cuando volvían derrotados en su escalada por la Montaña Difícil escuché lo que cada uno dijo a la Montaña. 

El primer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El segundo león dijo: - ¡Montaña, me has vencido!
El tercer león dijo: - ¡Montaña, me has vencido, por ahora! porque tú ya llegaste a tu tamaño final y yo todavía estoy creciendo.

La diferencia, completó el águila, es que el tercer león tuvo una actitud de vencedor cuando sintió la derrota en aquel momento, pero no desistió y quien piensa así, su persona es más grande que su problema: Él es el rey de sí mismo, y está preparado para ser rey de los demás.

Los animales aplaudieron con entusiasmo al tercer león, que fue coronado el Rey de todos los animales. 

martes, 5 de octubre de 2010

Merece la pena

¿Merece la pena desprenderse de algo que apreciamos mucho para ayudar a un amigo?

Para responder bien a esta cuestión seguramente habría que concretar casos, situaciones, momentos, ... pero en líneas generales yo creo que la respuesta es afirmativa. Y en la mayoría de las ocasiones no se trata de bienes económicos sino de los valores que llevamos en nuestro corazón esperando una oportunidad para salir.


El video de esta semana es muy breve, apenas llega al minuto, pero ilustra magistralmente esta idea de compartir lo poco o mucho que se tenga con el que lo necesita más, de la mano de la imaginación y creatividad de los niños, porque efectivamente, merece la pena.

Aquí va:



viernes, 1 de octubre de 2010

Dios y el zapatero

A menudo nos solemos quejar de nuestra suerte, envidiando a otras personas que parece tienen justo lo que a nosotros nos gustaría para ser plenamente felices.

Y entretenidos en esos pensamientos no caemos en la cuenta de todas las cosas buenas que tenemos, desaprovechando grandes ocasiones de vivir felizmente saboreando los pequeños -o grandes- detalles de la vida, desde la sonrisa de un niño a la compañía de esa amistad especial.

La historia de esta semana me ha hecho meditar más profundamente sobre este tema y, sobre todo, dar gracias a Dios por todas las cosas sencillas que me rodean y me ayudan casi sin darme cuenta en el vivir cotidiano. 

Se titula Dios y el zapatero, y espero que os guste.

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Dios y el zapatero


Un buen día Dios tomó forma de mendigo y bajó al pueblo.  Buscó la casa del zapatero y le dijo: “Hermano, soy muy pobre, no tengo ni una moneda en la bolsa, estas son mis únicas sandalias y están rotas, si me hicieras el favor...”. 

El zapatero le dijo: “Estoy cansado de que todos vengan a pedir y nadie a dar”. 

El Señor le dijo: “Yo puedo darte lo que tu necesitas”. 

El zapatero desconfiado, viendo a un mendigo, le preguntó: “¿Tu podrías darme el millón de dólares que yo necesito para ser feliz?”.

El Señor le dijo: “Yo puedo darte diez veces más que eso, pero a cambio de algo”.

El zapatero preguntó: “¿A cambio de qué?”  

El Señor le respondió: “A cambio... a cambio de tus piernas”. 

El zapatero dijo: “Para qué quiero yo diez millones de dólares si no voy a poder caminar”.

Entonces el Señor le dijo: “Puedo darte cien millones de dólares a cambio de tus brazos”. 

El zapatero dijo: “Para qué quiero yo cien millones de dólares si ni siquiera voy a poder comer solo”. 

El Señor le dijo: “Bueno, entonces puedo darte mil millones de dólares a cambio de tus ojos”.

El zapatero pensó un poco y dijo: “Para que quiero yo mil millones de dólares si no voy a poder ver a mi mujer, a mis hijos, a mis amigos...”. 

Entonces el Señor le dijo: “Hermano, hermano... ¡¡qué fortuna tienes y no te das cuenta!!”.

Facundo Cabral