domingo, 11 de enero de 2009

Las siete maravillas del mundo

¡Retomamos la vida cotidiana en el nuevo año! Y para comenzar nada mejor que un pequeño recordatorio de las cosas más maravillosas que están al alcance de nuestra mano, sin irnos muy lejos.

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LAS SIETE MARAVILLAS DEL MUNDO

A un grupo de estudiantes de escuela primaria se les pidió que listaran lo que ellos pensaban eran las "7 maravillas del Mundo moderno o actuales." A pesar de ciertas diferencias, los siguientes fueron los que más votos recibieron:

1. Las Pirámides de Egipto. 2. El Taj Mahal. 3. El Gran Cañón de Colorado. 4. El Canal de Panamá. 5. El Edificio Empire State. 6. La Basílica de San Pedro. 7. La Gran Muralla China.


Mientras contaba los votos, la maestra notó que había una niña que no había terminado de listar sus sugerencias.


Así que le preguntó si estaba teniendo problemas con su lista, a lo que la niña respondió: "Sí, un poquito. No puedo terminar de decidirme pues hay muchas."


La maestra entonces le dijo: "Bueno, léenos lo que tienes hasta ahora y a lo mejor te podemos ayudar".


La niña lo pensó un instante, pero luego leyó: "Yo pienso que las siete maravillas del mundo son:


1. Poder ver...

2. Poder oir...

3. Poder tocar...

4. Poder probar...

5. Poder sentir...

6. Poder reir...

7. Y poder amar."


El salón se silenció a tal punto que si se hubiera caído un alfiler, se hubiera escuchado.


Y es que las cosas más preciadas de la vida no se pueden construir con la mano ni se pueden comprar con dinero.

domingo, 4 de enero de 2009

La inocencia

¡¡Ya llegan los Reyes Magos!!

Y con ellos toda la carga de ilusión, alegría, ternura, inocencia, éxtasis,... tantas cosas que sólo la mirada de un niño puede expresar. Siempre recordaré esas miradas cuando me tocaba hacer de paje de los Reyes y repartía regalos a los pequeños!!


La historia de esta semana es una adivinanza sobre un sentimiento de los que predominan estos días. Pero no os preocupéis, que la solución viene al final :-))


PD.: ¡Ah! ¡Y que los Reyes cumplan todos vuestros sueños!!

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Dicen de su voz que era tan bella que los mismos ruiseñores callaban, extasiados para escuchar su canto.



Dicen que sus ojos, pozos de agua de mar y estrellas, eran la casa del Amor.



Dicen de su pelo, que lo bordaban el trigo y el sol, era de agua de río.



Dicen que sus manos eran nieve y primavera, que su risa era traviesa como un pequeño diablillo, que toda ella era luz salvaje y mansa a un mismo tiempo.



Dicen que era reina de fantasías y sueños y que no sabía mentir. Un claro de bosque y la luna eran su trono y su cetro.



Dicen que hubo muchos que la amaron y desgranaron lentamente su vida en noches de insomnio y días de tormenta por no poderla alcanzar. Otros tantos la odiaron. Y todos se mofaron de ella, porque no la llegaban a entender.



Y porque ya no querían verla, dicen también que murió, que una mañana cualquiera se disfrazó de mariposa, desplegó sus alas y quiso llevar su reino a la ciudad y dejar que los hombres la conocieran. Pero los hombres, por amor o por odio, por ignorancia o por soberbia, al verla tan pequeña y tan débil, tan hermosa y tan temida, la atraparon con una fina red de cristal y rompieron sus alas queriendo robar así su belleza.



Dicen que la encerraron en una torre blanca, rodeada de tristeza y de zarzas.



¡Pobres infelices hombres que dicen que ha muerto...! Que murió porque no tenía ni bosque, ni luna, ni canciones, ni amapolas, ni trigo, ni verano, ni río, ni estrellas, ni mariposas, ni ruiseñores, ni mar.



Pocos saben que se vistió de tesoro y cambió de casa, que su trono y su cetro son el corazón de los niños y los versos de los poetas, y que se alimenta de las ilusiones de aquellos que tienen un sueño de aire y lo creen posible, y lo viven.



Pobres hombres infelices, que dicen que ha muerto y sin aún reconocerla la siguen rechazando y le han puesto el solo, triste y temido nombre de inocencia.

jueves, 1 de enero de 2009

La música que salía de la casa

Seguimos en Navidad y nada mejor que iniciar el año con un bonito cuento de Paulo Coehlo.

Hacer el bien es todo un arte, hacerlo además sin que se note supone una sensibilidad que no está al alcance de cualquiera. Esta historia trata de ello. Espero que la disfrutéis tanto como yo.


Y, por supuesto, que en este nuevo año se vayan haciendo realidad los sueños de cada uno de nosotros.


PD.: Muchas gracias a los que me enviáis cuentos e historias. Poco a poco irán apareciendo por la pantalla para disfrute de tod@s.



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La música que salía de la casa


Como siempre hacía la víspera de Navidad, el rey invitó al primer ministro a dar un paseo por la ciudad. Le gustaba ver cómo adornaban las calles, pero para evitar que sus súbditos se excedieran en los gastos con el objetivo de agasajarlo, solían disfrazarse con ropa de comerciantes que venían de tierras lejanas.


Caminaron por el centro, admirando las guirnaldas de luz, los abetos, las velas encendidas en las entradas de las casas y los puestos de venta de regalos. Todo el mundo, hombres, mujeres y niños, se apresuraban a reunirse con sus familiares para celebrar esa noche en torno a una mesa repleta.


En el camino de regreso pasaron por el barrio más pobre. Allí, el ambiente era completamente distinto: nada de luces, velas, ni el olor apetecible de la comida lista para ser servida en la mesa. No había casi nadie por la calle, y como hacía todos los años, el rey comentó con el ministro que debía prestar más atención a los pobres de su reino. El ministro asintió con la cabeza, convencido de que pronto el asunto sería olvidado de nuevo, enterrado en la burocracia cotidiana, la aprobación de presupuestos y las reuniones con dignatarios extranjeros.


De repente oyeron una música que salía de una de las casas más pobres. La chabola, mal construida, con varias grietas entre las maderas podridas, les permitía ver lo que sucedía en el interior, y comprobaron que la escena que allí se desarrollaba era completamente absurda: un viejo en una silla de ruedas que parecía llorar, una joven completamente calva que bailaba, y un muchacho de mirada triste que tocaba un tamborín y cantaba una canción tradicional.


--Voy a ver qué pasa –dijo el rey, y llamó a la puerta.


El joven dejó de cantar y fue a abrir.


--Somos mercaderes y buscamos un lugar para dormir. Hemos oído la música, hemos visto que todavía estáis levantados y nos gustaría saber si podríamos pasar aquí la noche.


--Pueden quedarse en algún hotel de la ciudad. Desgraciadamente, no podemos ayudarlos; a pesar de la música, en esta casa reina la tristeza y el sufrimiento.


--Por mi culpa –era el viejo de la silla de ruedas el que hablaba--. Durante toda mi vida he intentado darle educación a mi hijo para que aprendiese caligrafía, para que fuese uno de los escribas del palacio. Sin embargo, los años pasaban y no volvieron a ofertarse nuevas plazas. Hasta que anoche tuve un sueño estúpido: un ángel aparecía y me pedía que comprara una copa de plata, ya que el rey iba a venir a visitarme, a beber un poco y a conseguir un empleo para mi hijo. La presencia del ángel me pareció tan real que decidí hacer lo que me decía. Como no tenemos dinero, mi nuera fue esta mañana al mercado, vendió su pelo y compramos esa copa de ahí. Ahora intentan levantarme el ánimo, cantando y bailando porque es Navidad, pero es inútil.


El rey vio la copa de plata, pidió que le sirvieran un poco de agua porque tenía sed y, antes de marcharse, le dijo a la familia:


--¡Qué coincidencia! Hoy mismo hemos estado con el primer ministro y nos ha dicho que las plazas se van a ofertar la semana que viene.


El viejo sacudió la cabeza con incredulidad y se despidió de los extranjeros. Pero al día siguiente fue leído un decreto real por todas las calles de la ciudad: buscaban un nuevo escriba para la corte.


El día previsto, la sala de audiencias estaba atestada de gente deseosa de competir por tan ansiado cargo. Cuando el primer ministro entró, les pidió a todos que prepararan sus cuadernos y sus bolígrafos.


--Éste es el tema de la disertación –dijo--: ¿Por qué un anciano llora, una mujer calva baila y un muchacho triste canta?


Un murmullo de asombro recorrió la sala: ¡nadie sabía contar una historia como ésa! Nadie, salvo un joven con ropa humilde, sentado en un rincón de la sala, que sonrió y empezó a escribir.


Paulo Coehlo (Basado en un cuento indio)