miércoles, 29 de octubre de 2014

La plegaria

En los momentos de dudas, dificultades, situaciones complicadas, un buen recurso es dirigirse a Dios para pedirle ayuda.

Este diálogo íntimo con Dios es lo que llamamos oración, pero suele surgir una pregunta importante: ¿cómo tiene que ser esta oración?

La historia de esta semana, que lleva por título La plegaria, viene a recordar que la mejor oración es la que se hace con sinceridad, con el corazón abierto a la respuesta de Dios auqnue muchas veces no sepamos qué decir.

Pues quien ve en lo escondido dde nuestro corazón es Dios y sabe lo más conveniente para cada uno de nosotros.
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La plegaria

Cierta vez, hace mucho tiempo, en un pequeño pueblo sucedió un milagro:



El río se desbordó y el agua, que avanzaba amenazando con destruirlo todo a su paso, se detuvo milagrosamente a la entrada del poblado sin dañar nada, sin lastimar a nadie.

El sacerdote agradeció a Dios el milagro, y esta vez Él contestó:

- La plegaria de Samuel me conmovió… – dijo el Señor. 


 
El sacerdote fue a ver Samuel, a quien todos tenían por el tonto del pueblo.

- ¿Qué oración dirigiste a Dios el día en que se detuvo el río?

- La verdad es que no sabía qué palabras usar –respondió Samuel–, de hecho no tenía conmigo el libro de las oraciones… 


Así que recité el abecedario y le dije al Todopoderoso: “Aquí están tus letras Señor, acomódalas y construye con ellas la mejor plegaria para que protejas este pueblo”.



La Historia de la Semana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me gustó este cuento gracioso. humilde y a la vez astuto. Lo compartiré con mis estudiante que están aprendiendo el español. Gracias.