viernes, 15 de noviembre de 2013

Canicas rojas

La historia de esta semana está basada en un hecho de la década de 1930, en tiempos de otra crisis económica mundial conocida como la Gran Depresión.

Es una historia acerca de la generosidad: 
en tiempos de crisis surgen numerosos problemas sobre los temas más elementales para la supervivencia, pero también es ocasión para sacar lo bueno que las personas llevan en su corazón y practicar la generosidad con el necesitado.

Además me ha recordado dos frases que ilustran muy bien el texto. Una dice: El bien no hace ruido, y el ruido no hace bien, pues no hay que pregonar la bondad sino practicarla.

Y la otra: No seremos recordados por nuestras palabras, sino por nuestras acciones, en alusión a que hay que llevar a la práctica las buenas intenciones.

Y a continuación, la historia titulada Canicas rojas. ¡Espero que os guste!

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​Canicas Rojas


Durante los duros años de la depresión, solía parar en el almacén del Sr. Miller para comprar productos frescos de granja. En aquellos tiempos la comida y el dinero escaseaban, y el trueque era frecuente. 

 
Un día, vi un niño pequeño, con la ropa gastada y sucia que miraba atentamente un cajón de manzanas rojas. 

Mientras yo mismo admiraba las hermosas manzanas, no pude evitar escuchar la conversación entre el pequeño y el Sr. Miller.

- ¿Hola Barry, como estás, quieres algo? 
- Hola Sr. Miller, estoy bien, gracias, solo admiraba las manzanas... se ven muy bien.
- Sí, son muy buenas, ¿como está tu mamá? 
- Bien. 

- ¿Hay algo en que te pueda ayudar?
- No, señor. Solo admiraba las manzanas.
 - ¿Te gustaría llevarte algunas a casa?
- Claro que sí.
- Bueno, ¿que tienes para cambiar por ellas?
- Lo único que tengo es esto, mi canica más valiosa. 
- ¿De veras? ¿Me la dejas ver?

Barry le mostró su tesoro, pero el Sr. Miller no se quedó muy contento. 

- El único problema es que ésta es azul, y a mí me gustan las rojas. ¿Tienes alguna como ésta, pero roja, en casa? 
- No exactamente, pero tengo algo parecido.

- Hagamos una cosa. Llévate esta bolsa de manzanas a casa y la próxima vez que vengas muéstrame la canica roja que tienes. 

- Muchas gracias Sr. Miller. 

Y salió corriendo con su bolsa de manzanas rojas.
La Sra. Miller se acercó a atenderme y con una sonrisa me dijo:

- Hay dos niños más como él en nuestra comunidad, todos en una situación de extrema pobreza. A mi marido le encanta hacer trueque con ellos por patatas, manzanas, tomates, o lo que sea. Cuando vuelven con las canicas rojas, él decide que en realidad no le gusta tanto el rojo, y los manda a casa con otra bolsa de comida y la promesa de traer una canica color naranja, verde o azul la próxima vez...




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