viernes, 21 de mayo de 2010

A mi madre le decían loca

El pasado martes se cumplieron 26 años del fallecimiento de mi madre, a causa de una enfermedad poco común conocida como Síndrome de Goodpasture, que en un breve espacio de tiempo acabó con sus defensas y no se pudo hacer nada por curarla.

Yo me encontraba lejos del domicilio familiar y cuando pude llegar ya estaba inconsciente y en coma. Han pasado muchos años, pero me ha quedado en mi corazón una pena que todavía me duele: falleció sin que le pudiera decir con palabras cuanto la quería.

Los que han seguido este blog desde sus inicios saben que no soy amigo de dar consejos no solicitados, pero en esta ocasión quisiera hacer una excepción y compartir con todos los lectores un consejo que me viene de lo más íntimo de mi corazón: no tengais reparos en decir a vuestra madre o a vuestros seres queridos cuánto los queréis. Seguramente se extrañarán y os mirarán raro, o incluso preguntarán si estáis locos, pero no os importe: cuando tengais mi edad sonreiréis y podréis decir con orgullo: un día me dijeron loco.

Por eso he escogido para compartir esta semana la poesía A mi madre le decían loca del poeta peruano Max Dextre, que expresa muy bien este sentimiento.

Un gran abrazo para todos los amigos que se acercan al blog.

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A mi madre le decían loca

A mi madre le decían loca,
pero no era loca, era profesora.
Hablaba diferente.
Decía: "Los ojos sirven para escuchar".
Yo tenía diez años de edad.


Un niño no comprende el lenguaje vertical
y pensaba que quizá mi madre era loca.
Cierta vez me armé de valor y le pregunté:
¿Con qué miramos?
Mi madre me respondió:
"Con el corazón".

Cuando mi madre se levantaba de buen humor cantaba:
" Hoy me he puesto mi vestido de veinte años".
Yo sabía que no tenía veinte años y la miraba, nada más.
¿Qué puede hacer un niño, sino escuchar?
Si mi madre estaba triste decía estar vestida de niebla.
" Hoy tengo ochenta años" -dijo-, cuando desaprobé un curso.


Al fin pude terminar la educación primaria.
El día de la clausura llegó tarde.
Se disculpó diciendo: "Hijito, me demoré
porque estuve buscando mi vestido de Primera Comunión,
¿No ves mi vestido de Primera Comunión?".
Miré a mi madre
y no estaba vestida de Primera Comunión.

Después tuvo ese accidente fatal.
Me llamó a su lado, cogió fuerte mis manos y dijo:
"No tengas pena, la muerte no es para siempre" .
Pensé: mi madre no se da cuenta de lo que habla.
Si uno muere es para siempre.


Era niño y no entendía sus palabras.
Ahora tengo cincuenta años
y recién comprendo sus enseñanzas.

Sí, madre. Podemos tener 20 años
y al día siguiente ochenta.
Todo depende de nuestro estado de ánimo.
Los ojos sirven para escuchar
porque debemos mirar con atención a quien nos habla.


Para conocer la realidad esencial de una persona,
tenemos que mirarla con el corazón.
La muerte no es para siempre,
sólo muere lo que se olvida
y a mi madre la recuerdo porque la quiero.

Ahora -en sueños platicamos-
nos reímos de su método de enseñanza.
Aprendí a mirar con el corazón.
Una noche me dijo:
"He notado que te molestas
si tus amigos te dicen loco y eso no está bien.
Es natural que el hijo de una loca sea loco".

Entonces -por primera vez-
repliqué a mi madre y le dije: "Madre, te equivocas,

no siempre el hijo de una loca
tiene que ser loco; a veces es poeta".


Por eso puedo decir con orgullo:
"A mi madre le decían loca,
pero no era loca, era profesora.
Me enseñó a descubrir la vida después de la muerte". 


Max Dextre


2 comentarios:

Anita dijo...

Es muy hermosa la historia..
un fuerte abrazo a tod@s.. y digamos te amo, te quiero.. es super importante..
y una linda semana..

Anónimo dijo...

Hoy hace 26 años menos un día desde que Dios me permitió empezar a conocerte... un poquito; desde que me permitió aprender de ti... algunas cosas. Hoy hace 26 años menos un día en que pude decirte por primera vez y de corazón felicidades... Sé feliz. Tu angel está contigo. Yo, a veces, también. TNT