viernes, 12 de febrero de 2010

Una historia de amor

Este fin de semana es San Valentín, así que ¡¡muchas felicidades a todos los enamorados/as que se asoman a este rinconcito de la red!!

Y para celebrarlo nada mejor que una historia de amor, al estilo de los cuentos clásicos. Como es un pelín más larga de lo habitual, no añado nada más.

Eso sí, decir que va dedicada a todos los que tienen o han tenido un gran amor en su vida, sea esa persona que bien sabéis o ese ideal o sueño que lleva a la entrega de uno mismo sin pedir nada a cambio.

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Una historia de amor

Hace mucho tiempo, en un lugar muy lejano, vivía una pareja de recién casados que era muy pobre y subsistía gracias a los favores de la gente del pueblo. Un día el marido le hizo la siguiente propuesta a su esposa:

'Querida, voy a salir de la casa, voy a viajar bien lejos, a buscar un empleo y trabajar hasta tener condiciones para regresar y darte una vida más cómoda y digna. No sé cuánto tiempo voy a estar fuera. Sólo te pido una cosa: que me esperes, y mientras yo esté lejos me seas fiel, pues yo te seré siempre fiel.'

Salió y caminó muchos días a pie, hasta que encontró a un hacendado que necesitaba de alguien para trabajar en sus tierras. El joven llegó, solicitó el trabajo y fue aceptado, y le pidió a su nuevo jefe:

'Déjeme trabajar por el tiempo que yo quiera y, cuando crea que debo irme, el señor me liberará de mis obligaciones. No quiero recibir mi salario regularmente. Le pido al señor que lo coloque en una cuenta de ahorro hasta el día en que me vaya. Y el día que yo salga, usted me dará el dinero que haya ganado.'

Al dueño le pareció razonable y se pusieron de acuerdo en los términos del pacto. 

Aquel joven trabajó durante 20 años, sin vacaciones y sin descanso. Después de veinte años se acercó a su patrón y le dijo:

'Patrón, yo quiero mi dinero, pues deseo regresar a mi casa.'

El patrón le respondió: 

'Muy bien, hicimos un pacto y voy a cumplirlo, sólo que antes quiero hacerte una propuesta: Yo te doy tu dinero y te vas, o bien te doy tres consejos y no te doy el dinero. Si te doy el dinero, no te doy los consejos y viceversa. Vete a tu cuarto, piénsalo, y después me das la respuesta.'

El pensó durante dos días, buscó al patrón y le dijo: 'Quiero los tres consejos'. Y el patrón le contestó: 'recuerda que si te doy los consejos, no te doy el dinero.' Y el empleado respondió: 'A pesar de ello quiero los consejos'. EL patrón entonces le aconsejó:

1. 'NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. Caminos más cortos y desconocidos te pueden costar la vida.

2. NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL, pues la curiosidad por el mal puede ser fatal.

3. NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, pues puedes arrepentirte demasiado tarde.’

Después de darle los consejos, el patrón se despidió del joven, que ya no era tan joven:

'Aquí tienes tres panes, dos para comer durante en viaje y el tercero es para comer con tu esposa cuando llegues a tu casa.'


El hombre entonces emprendió su camino de regreso, después de veinte años lejos de su casa y de la esposa que tanto amaba. Después del primer día de viaje, encontró una persona que lo saludó y le preguntó: '¿Para donde vas?'

El le respondió: 'Voy a un lugar muy distante que queda a más de veinte días de caminata por esta carretera.'

La persona le dijo entonces: 'Joven, este camino es muy largo. Yo conozco un atajo por el cual llegarás en pocos días'.

El joven, contento, comenzó a caminar por el atajo, cuando se acordó del primer consejo: 'NUNCA TOMES ATAJOS EN TU VIDA. CAMINOS MAS CORTOS Y DESCONOCIDOS TE PUEDEN COSTAR LA VIDA.'

Entonces se alejó de aquel atajo y volvió a seguir por el camino normal. Dos días después se enteró de otro viajero que había tomado el atajo, donde lo asaltaron, lo golpearon, y le robaron toda su ropa. ¡Ese atajo llevaba a una emboscada!


Después de algunos días de viaje y cansado al extremo, encontró una pensión a la vera de la carretera. Era muy tarde y parecía que todos dormían, pero una mujer malencarada le abrió la puerta y lo atendió.  Como estaba tan cansado, le pagó la tarifa del día sin preguntar nada, y después de tomar un baño se acostó a dormir. De madrugada se levantó asustado al escuchar un grito aterrador.
 

Se puso en pié de un salto y se dirigió hasta la puerta para ir hacia donde escuchó el grito. Cuando estaba abriendo la puerta, se acordó del segundo consejo. 'NUNCA SEAS CURIOSO DE AQUELLO QUE REPRESENTE EL MAL, PUES LA CURIOSIDAD POR EL MAL PUEDE SER FATAL'

Regresó y se acostó a dormir. Al amanecer, después de tomar café, el dueño de la posada le pregunto si no había escuchado un grito y él le contesto que sí lo había escuchado. El dueño de la posada de preguntó: ¿Y no sintió curiosidad? El le contestó que no. A lo que el dueño le respondió:
'Usted ha tenido suerte en salir vivo de aquí, pues algunas noches nos acecha una mujer que está loca, que grita horriblemente y cuando el huésped sale a enterarse de qué está pasando, lo mata, lo entierra en el quintal, y luego se esfuma.'


El joven siguió su larga jornada, ansioso ya por llegar a su casa. Después de muchos días y noches de caminata, ya al atardecer, vio entre los árboles humo saliendo de la chimenea de su pequeña casa, caminó y vio entre los arbustos la silueta de su esposa. Estaba anocheciendo, pero alcanzó a ver que no estaba sola. Anduvo un poco más y vió que tenía en su regazo un hombre al que estaba acariciando los cabellos.

Cuando vió aquella escena, su corazón se lleno de odio y amargura y decidió correr al encuentro de los dos y matarlos sin piedad. Respiró profundo y apresuró sus pasos, cuando recordó el tercer consejo: 'NUNCA TOMES DECISIONES EN MOMENTOS DE ODIO Y DOLOR, PUES PUEDES ARREPENTIRTE DEMASIADO TARDE'


Entonces se paró y reflexionó, decidió dormir allí mismo aquella noche y al día siguiente tomar una decisión. Al amanecer ya con la cabeza fría, se dijo: ‘no voy a matar a mi esposa. Voy a volver con mi patrón y a pedirle que me acepte de nuevo. Pero antes quiero decirle a mi esposa que siempre le fui fiel.'

Se dirigió a la puerta de la casa y tocó. Cuando la esposa abrió la puerta y lo reconoció, se abrazó a él y comenzó a besarlo cariñosamente.

El trató de apartarse, pero su mujer no lo dejaba. Entonces con lágrimas en los ojos le dijo:

'Yo te fui fiel y tú me traicionaste...’

Ella espantada le respondió: '¿Cómo? yo nunca te traicioné, te esperé durante veinte años.

Él entonces le preguntó: '¿Y quién era ese hombre que acariciabas ayer por la tarde?

Y ella le contesto: 'aquél hombre es nuestro hijo. Cuando te fuiste, descubrí que estaba embarazada. Hoy tiene ya veinte años de edad.' 

Entonces el marido entró y abrazó a su hijo, y les contó toda su historia. En cuanto estuvo preparada la cena se sentaron juntos a comer el último pan. Después de la oración de acción de gracias y con los ojos llenos de lágrimas por la emoción, partió el pan y al abrirlo se encontró una bolsa con monedas de oro y joyas, el salario de los veinte años de dedicación en la hacienda de su patrón.

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