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lunes, 24 de mayo de 2021

Tú escoges

Muchas veces pensamos que la vida se nos impone y no tenemos capacidad de maniobra en nuestro destino.

En parte creo que es cierto, pero también es verdad que en muchas ocasiones nos dejamos llevar por los aspectos negativos que no nos gustan y olvidamos otros que siendo significativos no los tenemos en cuenta.


Esta semana comparto este texto titulado ¡Tú escoges! para recordar todos esos momentos que pasan desapercibidos y son ocasión para ejercer nuestra creatividad, viendo lo positivo que se puede encontrar en cada situación.

Espero que os guste y ayude a escoger lo bueno de cada cosa, porque ¡eres importante y puedes elegir!

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¡Tú escoges!

Esta mañana desperté emocionado con todas las cosas que tengo que hacer antes de que el reloj marque la medianoche.

Tengo responsabilidades que cumplir hoy. Soy importante. Mi trabajo es escoger qué clase de día voy a tener.

Hoy puedo quejarme porque el día esta lluvioso o puedo dar gracias a Dios porque las plantas están siendo regadas gratis.

Hoy me puedo sentir triste porque no tengo mas dinero o puedo estar contento de que mis finanzas me empujan a planear mis compras con inteligencia.

Hoy puedo quejarme de mi salud o puedo regocijarme de que estoy vivo.

Hoy puedo lamentarme de todo lo que mis padres no me dieron mientras estaba creciendo o puedo sentirme agradecido de que me permitieran haber nacido.

Hoy puedo llorar porque las rosas tienen espinas o puedo celebrar que las espinas tienen rosas.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a trabajar o puedo gritar de alegría porque tengo un trabajo.

Hoy puedo quejarme porque tengo que ir a la escuela o puedo abrir mi mente enérgicamente y llenarla con nuevos y ricos conocimientos.

Hoy puedo murmurar amargamente porque tengo que hacer las labores del hogar o puedo sentirme honrado porque tengo un techo para mi mente, cuerpo y alma.

Aquí estoy hoy, siendo el escultor que tiene que dar forma a mi día. Lo que suceda hoy depende de mi, yo debo escoger qué tipo de día voy a tener.



miércoles, 23 de enero de 2019

El leñador

¿Nos preparamos lo suficiente para afrontar las situaciones de la vida cotidiana? 

Muchas veces estamos tan metidos en el día a día que perdemos la perspectiva de ver las cosas objetivamente y nos quedamos en la superficie, desperdiciando ocasiones de crecer personalmente y profundizar en lo importante.

La historia de esta semana, El leñador, es muy ilustrativa en este sentido. Nos recuerda que para seguir cortando árboles ¡hay que afilar el hacha!

O dicho de otra manera: hay que encontrar el punto de motivación necesaria para afrontar con ilusión y entrega las tareas que tengamos bajo nuestra responsabilidad. Y para ello nada mejor que ver las cosas no desde la tierra sino desde el cielo.

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El leñador

Un grupo de leñadores estaba cortando árboles en un bosque, diariamente, sin parar. Cada jornada ellos se levantaban antes y se acostaban más tarde y, sin embargo, cada vez cortaban menos árboles.

Asumieron que su falta de eficacia se debía a que sin duda a medida que avanzaban en el interior del bosque los árboles por alguna razón desconocida adquirían una mayor dureza.


Solo uno entre ellos cortaba más árboles que nadie, a pesar de que ni era el que se acostaba más tarde ni el que se levantaba más temprano. Además, para mayor sorpresa de todos, todos los días desaparecía durante media hora.

Entre sus compañeros circulaba todo tipo de teorías, desde que tenía suerte porque le tocaban los árboles más blandos, hasta que era más fuerte de lo que parecía.

Al final uno de ellos, en lugar de seguir haciendo juicios, decidió hacerle una pregunta para averiguar en qué invertía el tiempo en el que se ausentaba. La respuesta de tan evidente que era, había sido obviada:

- Durante ese tiempo me dedico a afilar mi hacha.


La Historia de la Semana

martes, 30 de junio de 2015

El leñador

Hay un antiguo refrán que afirma que lo urgente nos hace olvidar lo importante.

En numerosas ocasiones estamos tan ocupados en las actividades del día a día que es fácil perder la perspectiva de lo realmente importante y esencial.

La historia de esta semana, titulada El leñador, trata precisamente de recordarnos dónde tenemos que poner el foco de nuestra vida, tomando como pretexto la labor de este pobre leñador que se olvida de afilar su hacha.

Trasladado a nuestras cosas, viene a recordarnos la necesidad de ver las situaciones en perspectiva, dedicando tiempo a lo que nos da fuerza para seguir adelante y cumplir de la mejor manera nuestros objetivos, esforzándonos en la superación personal.

En definitiva, no olvidarse de que es necesario ver la tierra desde el cielo para tener visión de lo realmente importante en la vida.

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​El leñador

Había una vez un leñador que se presentó a trabajar en una maderera. El sueldo era bueno y las condiciones de trabajo mejores aún; así que nuestro leñador se decidió a hacer un buen papel.


El primer día se presentó al capataz, quien le dio un hacha y le designó una zona.
El hombre, entusiasmado, salió al bosque a talar. En un solo día cortó dieciocho árboles.

Te felicito -dijo el capataz- sigue así.


Animado por las palabras del capataz, el leñador se decidió a mejorar su propio record; así que esa noche se acostó bien temprano. Por la mañana se levantó antes que nadie y se fue al bosque. 


A pesar de todo el empeño, no consiguió cortar más que quince árboles.

Me debo haber cansado -pensó, y decidió acostarse con la puesta del sol.


Al amanecer se levantó, decidido a batir su marca de dieciocho árboles. Sin embargo, ese día no llegó ni a la mitad. Al día siguiente fueron siete, luego cinco y el último día estuvo toda la tarde tratando de cortar su segundo árbol.
Inquieto por lo que pensaría del capataz, el leñador se acercó a contarle lo que le estaba pasando y a jurarle y perjurarle que se esforzaba al límite de desfallecer. 


El capataz le preguntó:

¿Cuánto hace que no afilas tu hacha? 


¿Afilar? No he tenido tiempo de afilarla... He estado muy ocupado cortando árboles...


La Historia de la Semana 

miércoles, 23 de noviembre de 2011

La tienda de semillas

A Dios rogando y con el mazo dando.

Seguramente hemos dicho muchas veces esta expresión del refranero castellano, y seguro que de medio mundo, para indicar que lo que uno debe hacer no lo puede dejar a otros, ni siquiera dejárselo a Dios.

La historia de esta semana es un breve relato en el que de una forma muy bonita nos hace repensar en esta misma idea. 

A veces podemos pensar que con tener una buena idea ya es suficiente. Pero la realidad nos enseña que esa buena idea es como una semilla: nos corresponde a cada uno de nosotros hacerla crecer y fructificar.

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La tienda de semillas

Una mujer soñó que entraba a una tienda en el mercado y para su gran sorpresa se encontraba nada menos que al mismo Dios atendiéndole.

-¿Qué se vende aquí? –preguntó.


-¡Todo lo que desee su corazón! -contestó Dios.

Apenas creyendo lo que escuchaba, la señora decidió pedir lo mejor que podía desear un ser humano.

-Quiero una mente tranquila, amor, felicidad, sabiduría y estar libre de temores, dijo. Ah!, y no sólo para mí sino para todas las personas del mundo.

Dios sonrió y le respondió diciendo:

-Creo que no me has entendido, mujer: aquí no vendemos los frutos, aquí sólo vendemos las semillas...


La Historia de la Semana

viernes, 6 de noviembre de 2009

Decálogo del Trabajo

Ultimamente ha habido muchos temas serios y no viene nada mal sonreir un poco para afrontar los retos de la vida cotidiana. La risa no resuelve los problemas, ¡¡pero los hace más llevaderos!! ¡Y siempre es más bonito compartir sonrisas que penas!

Así que espero que os guste este Decálogo del Trabajo que no tiene desperdicio.
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Decálogo del Trabajo

1º.- Nunca hagas hoy lo que puedas hacer mañana. Tal vez mañana se le olvide al jefe.

2º.- Nunca hagas algo que el jefe pueda hacer por ti.

3º.- El trabajo realiza. Sé generoso y deja que el jefe se sienta realizado.

4º.- El trabajo dignifica (quien haya dicho eso se merece trabajos forzados).

5º.- Dios le dijo a Adán: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Pero se lo dijo a Adán, a los demás no nos dijo nada…

6º.- El cielo está lleno de grandes trabajadores. El infierno también. Tú aún estás en la tierra.

7º.- No ha sido probado que el trabajo aporte la felicidad, ni hace falta demostrarlo.

8º.- 'Los dioses juegan y los hombres trabajan' (Octavio Paz). Así que juega y sé un poquito dios.

9º.- Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descanso. No le enmiendes la plana, con que trabajes un día y descanses los seis restantes tienes suficiente.

10º.- Si de pronto sientes deseos enormes de trabajar, siéntate tranquilo y espera hasta que se te pasen.

viernes, 20 de febrero de 2009

El pintor

Normalmente sólo vemos la punta del iceberg de las cosas que nos rodean, y más cuando se trata de ver lo que hay 'dentro' de las personas: motivaciones, ideales, sueños,... Por eso nos conviene recordar que detrás de cada trabajo bien hecho hay mucho más de lo que podemos imaginar. De esto trata la historia de esta semana. ¡Que la disfrutéis!

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EL PINTOR


Había una vez, en la antigua China, un extraordinario pintor cuya fama atravesaba todas las fronteras. En las vísperas del año del Gallo, un rico comerciante pensó que le gustaría tener en sus aposentos un cuadro que representase a un gallo, pintado por este fabuloso artista.



Así que se trasladó a la aldea donde vivía el pintor y le ofreció una muy generosa suma de dinero por la tarea. El viejo pintor accedió de inmediato, pero puso como única condición que debía volver un año más tarde a buscar su pintura. El comerciante se amargó un poco. Había soñado con tener el cuadro cuanto antes y disfrutarlo durante el año signado por dicho animal. Pero como la fama del pintor era tan grande, decidió aceptar y volvió a su casa sin chistar.



Los meses pasaron lentamente y el comerciante aguardaba que llegase el ansiado momento de ir a buscar su cuadro. Cuando finalmente llegó el día, se levantó al alba y acudió a la aldea del pintor de inmediato. Tocó a la puerta y el artista lo recibió. Al principio no recordaba quien era.



-Vengo a buscar la pintura del gallo -le dijo el comerciante-.



-¡Ah, claro! -contestó el viejo pintor-.



Y allí mismo extendió un lienzo en blanco sobre la mesa, y ante la mirada del comerciante, con un fino pincel dibujó un gallo de un solo trazo. Era la sencilla imagen de un gallo y, de alguna manera mágica, también encerraba la esencia de todos los gallos que existen o existieron jamás. El comerciante se quedó boquiabierto con el resultado, pero no pudo evitar preguntarle:



-Maestro, por favor, contésteme una sola pregunta. Su talento es incuestionable, pero ¿era necesario hacerme esperar un año entero?



Entonces el artista lo invitó a pasar a la trastienda, donde se encontraba su taller. Y allí, el ansioso comerciante pudo ver cubriendo las paredes y el piso, sobre las mesas y amontonados en enormes pilas hasta el techo, cientos y cientos de bocetos, dibujos y pinturas de gallos, el trabajo intenso de todo un año de búsqueda incesante.